miércoles, 13 de mayo de 2009

Entrevista Marianne de Pury

Marianne de Pury invita a 'Morir... o no' en Perú

Desde la primera vez que llegó a Latinoamérica, hace ya tiempo, y con la Lisístrata de Aristófanes bajo el brazo, esta directora de teatro nacida en San Gall, pero forjada al calor de un público internacional, advirtió el aprecio inequívoco de los lugareños por ese arte.

Hoy, muchos proscenios más tarde y en vísperas de la presentación en Lima, de 'Morir', del catalán Sergi Belbel, confiesa libre de sospecha: "En América Latina, los que saben de teatro, saben mucho. Más que en Europa".
En el corazón de la capital peruana, muy cerca de la Plaza de Armas, se encuentra la Asociación de Artistas Aficionados -"pero son profesionales, yo no trabajo con aficionados"-, advierte nuestra interlocutora. "Es un teatro que existe desde hace 70 años y en el que hacen cosas muy buenas", precisa.
Es ahí donde Marianne de Pury hace ahora lo que ha hecho hace más de cuarenta años: vive el teatro. Paradoja del azar, la obra que prepara se llama 'Morir'. Pero se trata de una muerte en siete escenas que desanda el camino en la segunda parte de la pieza. Algo cambia para que no mueran los que murieron.
"Es una obra interesante y divertida que plantea muchas preguntas sin proponer respuestas", explica Marianne de Pury en entrevista con swissinfo, previa a su partida a Lima. "Creo que vamos a hacer una cosa interesante". A no dudarlo.

El teatro, su lugar
E interesante es también -con la venia del lector por el uso empecinado del adjetivo-, el devenir de esta artista nacida por el capricho del destino, del lado equivocado del Río Sarine. Dicho de otro modo, Marianne de Pury nació en San Gall y luego vivió en Berna (donde radica actualmente), pero sus padres venían de Neuchâtel y de Ginebra.
En esa Suiza -de habla alemana- que no era la de la cultura francófona de su familia, advirtió desde niña lo que más tarde confirmaría durante su residencia en Estados Unidos y a través de sus muchos viajes por el mundo: "Tenía muchos lugares, pero ninguno era el mío".
Sólo muchos años después, hace unos diez, la contundencia de la revelación la libró del desamparo. "¡Mi lugar es el teatro!". Pero, como lo señala ella misma, "no lo sabía". Sin embargo, ése no era el único secreto que el arte escénico le reservara.

Escapadas juveniles
Marianne de Pury estudió piano y composición en el Conservatorio de Ginebra. Desde muy joven, al placer de la música añadiría los de la lectura y la escena. Era tal su gusto por ésta última, que en sus furtivas escapadas adolescentes se iba hasta París para regalarse con la oferta teatral de la Ciudad Luz.
"Mentía a mis padres y les decía que iba a casa de amigas", recuerda. Y es que "el teatro estaba aquí... (con el índice apunta su corazón). Pero no sabía que podía vivir de esto. Sin embargo, "soy muy pobre pero puedo vivir de esto".
Los inicios de nuestra interlocutora en el arte que nos ocupa remontan a los años 60 y se producen en Nueva York. En la 'Big Apple', Marianne aprendió dirección teatral con Joseph Chaikin, a la sazón director del 'Open Theater' que él mismo había fundado.

Una manipulación mágica
Desde la venta de boletos, hasta la administración, Marianne de Pury hurgó todos los recovecos del arte escénico. Incluso la actuación, pero de inmediato advirtió que eso no era lo suyo. "Lo que me interesa es la dirección, esa manipulación mágica".
Una manipulación mágica que la ha llevado por los grandes nombres de las letras, de todos los tiempos y de todas las latitudes: Sófocles, Aristófanes, Voltaire, Dickens, Genet, Ionesco, Wilde, Bergman, Skármeta, Frisch... a todos los confines: San Salvador, Santa Fe, Ginebra, Bonn, Sarajevo, Doula...
Del teatro, Marianne de Pury se expresa con pasión. En prolongada y deliciosa charla en su departamento de Berna, nos habla de ese arte como lazo universal; nos dice que el teatro hace un trabajo mejor que el de los diplomáticos; nos comenta que el lenguaje del teatro es el mismo en todas partes y que en todas partes hay actores melindrosos y naturales.
¡Ah!, pero al contrario de los europeos, los de los países de Hispanoamérica suelen excederse en sus emociones. "Les digo, '¡no me des demasiado!', y a los de aquí: '¡dame más!'".
Nos confía que durante 25 años estuvo casada con un actor que estaba vivo sólo en la escena. Nos habla de su perplejidad –que acabó disolviéndose en hilaridad- cuando una actriz navaja que participaba en la puesta en escena de Antígona, en Nuevo México, llegó tarde al ensayo porque había tenido que llevar su caballo al fisioterapeuta.

Una forma de vida
Actuación, vestuario, tramoya... todo entra en nuestra plática. Los autores de la Grecia Clásica, siempre vigentes; el gusto especial de los países de habla alemana por el teatro; la representación desde hace tres años en Alemania de sus Ardiente Paciencia (Skármeta) y Escenas de una Boda (Bergman); la importancia de las luces en el escenario...
-¡Ah! No lo había pensado ... "¡No tiene que pensarlo, tiene que sentirlo!".
- Y después de tantos años, de tantas obras, de tanto amor por este arte, ¿cuál es su objetivo con el teatro?
"No tengo ningún objetivo. Lo mejor de mí está cuando estoy dirigiendo una obra y me gusta sentirme bien. La cosa por la que estoy en este mundo es para hacer teatro, dirigir teatro. Es lo que hago. Quería ver teatro que me gusta, que me interesa, y sé cómo hacerlo. No es un objetivo, es...
- ¿Una forma de vida?
- "¡Eso es: una forma de vida!"
swissinfo.ch, Marcela Águila Rubín

Tomado de http://www.swissinfo.ch

No hay comentarios:

Publicar un comentario